martes, 21 de agosto de 2012

SUS OBJETIVOS

Lo que Carlos Mugica quería era que los estudiantes:
  • Conozcan los principios humanistas que orientaron el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
  • Relacionen el proceso de renovación de la Iglesia Católica iniciado a partir del Concilio Vaticano II con el "clima de época" de la década de 1960 marcado por demandas de transformación del orden social establecido y alto grado de participación y movilización de sectores medios y sectores populares.
  • Reflexionen acerca de la relación entre política y violencia durante las décadas de 1960 y 1970.
  • Analicen distintos tipos de fuentes históricas y elaboren sus propias conclusiones.
Como aspectos para considerar, el padre Carlos nos deja algunas pistas para continuar reflexionando, caben destacar las siguientes: 

-BAJAR LA OMNIPOTENCIA. El Trabajo Social no puede alejarse de las necesidades concretas del pueblo. La estructura social no nos puede hacer olvidar de las personas, de sus necesidades y problemas. Bajar la omnipotencia puede ayudar a definir mejor los objetivos de nuestra intervención, de otro modo muy abstractos y a veces imposibles de concretar. “Quien mucho abarca, poco aprieta”, dice el dicho popular con indudable sapiencia. 

-DEMOLER LA CONDICIÓN DE ÉLITE. Para un trabajador social o el estudiante es indispensable “empaparse de pueblo”, desde una posición humilde y en actitud de aprendizaje. Por mucha formación y cultura que tengamos, en ocasiones nos damos cuenta cómo un humilde hombre, sin haber ido ni al secundario, sabe mucho más que nosotros. Tiene más conocimiento de la vida. No hay trabajador social, ni médico, ni maestro que se forme con libros. “En la cancha se ven los pingos”, dice el sabio dicho popular. Y para el trabajo social no hay otra cancha que el pueblo. 

-SER PARTE DEL PUEBLO. Cuando se demuele la condición de élite, el Trabajador Social es uno más del pueblo. Uno más que tiene su técnica, su conocimiento, sus saberes, para aportarlo en función de las necesidades de la comunidad y de las personas que atiende. Hablamos del Trabajo Social, pero puede hacerse extensivo a todas las profesiones. Un trabajador social del pueblo, un psicólogo del pueblo, un maestro, un médico del pueblo. O, como lo fue el padre Carlos, un cura del pueblo. 

“Sólo el pueblo en su múltiple acción organiza su conciencia. El mismo pueblo engendra sus ciencias, sus artes, sus instituciones y sus dirigentes, que en humilde sujeción deben servirlo y ayudarlo en un movimiento dialéctico por el cual toman del pueblo la cultura, los objetivos, las esperanzas y temores, y los devuelven nuevamente al pueblo para que en su praxis cotidiana elabore y discierna lo que le fue dado. 

El Trabajo Social debe servir, no desde afuera sino desde su mismo seno, al pueblo que le da vida, lo alimenta y lo sostiene”. 


Carlos Mugica.

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