miércoles, 22 de agosto de 2012

LA MUERTE DE CARLOS MUGICA.



Carlos Mugica fue asesinado e
l 11 de mayo de 1974, cuando, después de celebrar misa en la iglesia de San Francisco Solano –situada en la calle Zelada 4771, en el barrio de Villa Luro–, se disponía a subir a su humilde Renault 4-L, cuando un triste personaje –en el que algunos testigos creyeron reconocer al comisario Rodolfo Eduardo Almirón, el jefe de la "Triple A" lopezrreguista– bajó de un auto y le pegó cinco tiros en el abdomen y en el pulmón. El tiro de gracia se lo dio en la espalda. 
Una manera infame de acabar con la vida de un hombre digno, que siempre respetó antes que nada su mandato interior, ese que nacía de su pueblo y que se prolongaba luego en su propia voz.

¿Por qué lo mataron? Hay preguntas cortas que exigen respuestas largas. Mataron al padre Mugica porque sabían que su muerte provocaría una conmoción, y apostaban al caos que se cierne como una tormenta sobre la inmensa mayoría de los argentinos, que ya se quedaron afónicos reclamando paz y libertad para trabajar.
Creíamos que habíamos perdido la capacidad de asombro ante nuestro purgatorio cotidiano de bombas, secuestros, torturas, asesinatos.
La lista no toleraba excepciones. Incluso fueron asesinadas mujeres y secuestrados niños.
Pero algo faltabaNUNCA SE HABÍA ASESINADO A UN SACERDOTE.

¿Por qué conmovió tanto su muerte? El padre Mugica tenía "ángel" o carisma. Se hacia querer. Incluso por sus enemigos. Era de temperamento apasionado, "calentón", como se dice en la calle, del que se embala rápidamente. Pero embestía de frente. A cara limpia. Sin más armas que su crucifijo y su manera combativa de entender su sacerdocio. Fue muchas veces arbitrario, injusto. Lo reconoció. Tan rápido para la equivocación como para la rectificación. Pero en todos los casos de buena fe, sin mala conciencia, sin especular. Seguía siendo "Carlitos".
El que en lugar de defender a los pobres vivía a su lado, predicaba con el ejemplo. Lo asesinaron en Mataderos, al salir de misa, y cuando el padre Jorge Vernazza le dio la extremaunción las últimas palabras del sacerdote asesinado fueron:
"NUNCA MAS QUE AHORA DEBEMOS ESTAR UNIDOS JUNTO AL PUEBLO"
¿Era un político o un sacerdote? Un sacerdote. Y por eso lo mataron. Cuando se le planteó la disyuntiva de optar entre la política y su sacerdocio, siempre eligió los hábitos. Por eso rechazó la candidatura a diputado que le ofreció el FREJULI. El libro que publicó el año pasado se titulaba "Peronismo y Cristianismo", pero aunque su toma de posición política fue clara en todo momento, también fue igualmente clara su decisión de mantenerse como sacerdote. Alguna vez estuvo preso, pero nunca fue sancionado por la jerarquía religiosa.

¿Lo mataron por motivos ideológicos? No. Pero es útil saber cómo opinaba últimamente el sacerdote asesinado. Conviene conocer el pensamiento actualizado de Mugica, un sacerdote que —como siempre lo dijo— acató el pensamiento del Tercer Mundo "en comunión con los obispos". Pero, se insiste, no es un asesinato ideológico. En estos momentos, tanto la víctima como los sectores a quienes se pretenda endosar el asesinato son igualmente destinatarios de una violencia que los trasciende y que está más allá de los intereses mayoritarios y nacionales.
LAS IDEAS NO SE MATAN.
Y ahora ¿qué? A trabajar, como siempre. A mantener la cabeza fría mientras las circunstancias hierven. A no hacer lo que nuestros enemigos nos quieren empujar a realizar. Este rosario de muertes para provocar tiene que tener un sentido totalmente inverso al que pretenden. Por encima de nuestros muertos, de cualquier bando, tenemos que estar unidos para respetar no sólo el mandato de hermandad de todas las religiones sino el explícito pronunciamiento de las urnas en marzo y setiembre de 1973.
El pueblo votó por la paz. El pueblo está haciendo lo imposible para conservar la paz.
Se necesita mucho coraje para no perder la calma y dejarse llevar por la bronca, arrasando lo que está delante nuestro. Pero sería un blanco equivocado. Actuaríamos como proyectiles involuntarios de los asesinos. Destruiríamos lo nuestro. Porque es muy fácil hablar de guerra civil, de violencia, de la sangre como partera de la historia. Pero nada es más cruel que la guerra entre hermanos.
Mugica lo comprendió. Y después de haber levantado muchas veces la voz para proclamar la fuerza de sus ideas políticas, sus reflexiones lo mostraron buscando un camino pacífico para llevarlas a la realidad.

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